sábado, 4 de junio de 2011

Rompe la trompeta el ritmo de la demencia

Todos jugamos al mismo juego.

Triángulo de las bermudas y no llores por mi Argentina, manipulación, mentiras, traición, deseo, ambición, locura, rock, una sonrisa y algo de rencor. El fino arte de la seducción, la mentira en su más creativa versión, las apariencias y el alcohol. El juego venido a menos, que todos añoran con temor de añorar, infectados por la pereza disfrazada de la epidemia más funesta que jamás existió. La epidemia que olvida los principios del transgresor, dispone de sexo light y un pequeño rincón del fumador. Bestseller de una vida barata con la peor banda sonora de telenovela sudaca que ofrece remanso para el apacible y eterno descanso para el vividor. Poco a poco destruye la chispa de la aventura, una lenta muerte que dura una vida entera, dando rostro al zombie del montón.

Los que no morimos en vida seguimos jugando al mismo juego, flirteando con la demencia y el pudor, con una sonrisa dibujada ante el mañana impredecible en este juego de invencibles donde no hay más regla que la del pirata y su botella de ron. La diferencia es que entre los acomodados parece no ganar el mejor, menos prozac y más Reservoir Dogs. Maricones.

sábado, 23 de abril de 2011

V for...

Perfeccionado durante años, amoral en esencia pero elegante en la práctica. Alejado de la mano de un espíritu quebradizo, nacido de la voluntad más férrea, comprende la parte más humana de un concepto casi divino. Adictivo como el sexo, embriagador como el fresco aroma del rocío en la mañana. El calor que le da vida proviene de la oscuridad, no doblega con facilidad ante domador débil mas el estrecho vínculo que les une es la más poderosa linea que separa el bien del mal. Creado siempre por placer y nunca por necesidad, hablo del olimpo de las jugarretas... Sí amigos, el fino arte de la Vendetta.

lunes, 7 de febrero de 2011

Dulce ventana a la inmortalidad

Un tipo con clase enciende el cigarro con una cerilla. No teme a la vida porque no hay batalla que no pueda ganar, tras la sombra de la piedad, una copa medio vacía y un cigarro a medio fumar. Una sonrisa por cada reto, por cada persona que viene y se va. Tontea con el defecto porque ya conoce la virtud y bien sabe que el mañana nunca será igual, por eso el superclase que lo es, destinado a serlo hasta el final, solamente sabe improvisar.

jueves, 7 de octubre de 2010

El curioso caso de John Jugarreta

En aquel oscuro garito sonaba The House of the Rising Sun de The Animals, el salón estaba vacío salvo por una mesa ocupada por tres hombres, era tarde pero la noche sabía que aún había trabajo por hacer.

- ¿Qué pasó la noche del 19? - Preguntó uno de los dos individuos de traje y mirada perspicaz.

El Hombre Misterioso sonrió, el humo de su cigarro bailaba al son de la música en el foco central de la mesa y la luz tenue que bañaba su rostro apenas era suficiente para mostrar una hosca sonrisa, que acompaban unos pequeños ojos hundidos amparados por una barba irregular.

- Fue la noche en la que Él puso las cartas sobre la mesa.

- ¿Quién?

- El hombre al que buscan. - Hubo unos segundos dubitativos entre los dos entrevistadores, pero la respuesta no se hizo esperar.

- Háblenos de él.

Una lenta calada del consumido cigarro fue suficiente para aumentar la espectación del momento, sus palabras fueron meditadas y claras.

- Dicen que un puñal le da el aire que respira, el que le conoce, sabe que miente más que habla. No tiene palabra ni honor.

- ¿Y su nombre?

La sonrisa transformada en impasibilidad respondió lentamente - Su nombre.. John Jugarreta, el Traidor.

Los dos se miraron contrariados, pero antes de poder decir una sola palabra, el Hombre Misterioso golpeó la mesa mostrando su antebrazo al haz de luz.

- ¿Ven esta cicatriz caballeros?

- Sí.

- Fue un tiburón.

miércoles, 21 de abril de 2010

Prófugo mimo de madera sin compasión

Porque los mimos existen, y sería más gracioso si Elvis volviera para verlo, sin embargo conozco la historia del prófugo mimo de madera sin compasión. Hace mucho tiempo que vendió su alma por un cigarro, vivía la noche lidiando con prostitutas/os de dudosa sexualidad. Perdía toda su fuerza por la boca lo cual es bastante irónico siendo un mimo bastardo, si bien es cierto que paliaba su locura pegando a las mujeres y niños escondiéndose tras las esquinas de la sombra de la virtud. Violaba menores y no creía en Dios, soñaba despierto que quería soñar y desde el principio supo que vendería su cuerpo por un puñado de euros. Porque mala hierba nunca muere él era inmortal, pero esperaba acabar en el quinto infierno algún día donde no haría falta mechero y estuviera permitido fumar, le decían Lucifer, el brazo derecho del mal. Pero solamente era el Prófugo mimo de madera sin compasión.

lunes, 22 de marzo de 2010

Diario de un superviviente

Día 8 después del Terremoto.


No tengo mucho tiempo, dudo que Rino tarde demasiado en encontrarme... por eso intentaré ser breve, y empezaré por el principio.

sábado, 20 de marzo de 2010

El último romántico, y una piedra de hielo

Porque una Rue es una Rue, y no puede ser Rue sin algo que escuchar. Y si en esta Rue sonara algo esta noche, eso sería "As time goes by". Y si hoy tuviera compañía, sería una copa de whisky y una piedra de hielo, un cigarro en la mano y sin dudarlo un segundo, hoy me acompañaría el tiempo.

Sin temor a equivocarme diría que esta noche sonreiría, al saber que una Rue es una Rue, y sin la magia no podría serlo. Porque en la Rue el ladrón es de jalea y guante blanco, el embustero se llamaría Romeo y posiblemente el anónimo no tendría nombre. Un vagabundo como el último romántico y casi podría asegurar que en una Rue que es Rue, el músico herrante tendría todo que enseñar. Sería una mujer la que hiciera magia, y mago, si pudiera entenderla. De algo así solo se puede disfrutar y tal vez por fortuna o por mera casualidad, llamémoslo serendipia, aprendí a ver la Rue, y no solamente a mirar. De todo el elenco sin duda yo sería el más loco que trastornado, pero por loco, o por trastornado, se que la Rue es la Rue, porque hay que vivirla, y no verla pasar. En la Rue el que gana no es el que no pierde, porque solo pierde, el que cree perder y sé, sin temor a afirmarlo, que esta noche en la Rue, estoy seguro, que hoy me tocaría aprender. Porque la Rue puede ser maravillosa y una Rue, una vida entera.

Como no, Sigmund. Hoy más que nunca desde la Rue Bohème.